El pirata, fue el nombre que le dio mi padre
Yo quitaba el loro de su hombro y pintaba su pata de palo de color rosa
Mi hermano, lo sabía,
no lo del pirata,
no lo del loro,
no lo de la pata color rosa
Pero lo sabía
Su voz, la de mi hermano,
Anunció el cuidado
Y yo creo en mi hermano
En su mirada redonda (no es un pleonasmo)
En sus manos que son mariposas de tierra caliente
En su alma celeste como los cielos del invierno en Ausburg
Entonces, me vestí con harapos
Y, como Electra, vociferé mi desventura.
La enfermedad de mi padre fue buen escenario.
De su boca, la de mi padre, siempre abierta, aun salen grititos
que alimentan la colección que guardan mis oídos.
La obra ha terminado.
El pirata, es el nombre que le dio mi padre
Ya no quito el loro de su hombro ni pinto su pata de palo de color rosa.
La emergencia del neofascismo o el regreso de los muertos vivientes
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Por: Otto Gerardo Salazar
El fascismo, que creíamos sepultado después de la segunda guerra mundial,
ha mostrado sus orejas de lobo y hoy se hace present...