Comienzo esto con la imposibilidad de encontrar una palabra que suplante al "ligue" español. Agradeceré a quien me la haga saber. Por lo pronto, pongo las cartas sobre la mesa; una baraja que coleccioné ahora, cuando tuve la oportunidad de dedicar unas horas de mi existencia a la biblioteca. La búsqueda de libros corre por el mismo carril de la búsqueda de un encuentro carnal. Pueda que estos dos asuntos se muevan gracias a la pasión y a la excitación que produce la caza. Es probable. En las salas de la biblioteca las miradas no sólo recorren estanterías y líneas que acumulan palabras. Los ojos también se mueven por el otro, por el o la que se sienta en la misma mesa. En todo hay una intención, aun si se llega a ello o a ella por el mero accidente. No quiero entrar en el tema de los baños, espacio en los que, las más de las veces, se consuman los encuentros. Quedan los papelitos que no sólo registran datos bibliográficos sino que también son útiles para dejar notas, teléfonos y puntos de encuentro.
Bogotá, 2013