Eres inocente cuando duermes. Al cerrar los ojos, dejas todo atrás. Es como una vieja película que ya todos conocen. Nada más importa. Tal vez empieces por contar tu vida porque consideras que tiene algo demasiado bueno para ser olvidado. Tal vez te sientes y escribas solo para insertar unas cuantas palabras que consideras importantes. Quién lo sabe. Tal vez empieces con la historia de un hombre o de una mujer que no eres tú solo para no sentir vergüenza de lo que lees. Él o ella estará allá, a la distancia y levantarás tu mano en un saludo tranquilizante como quien da el vuelto después de la gran cena que infló su desinflada existencia. Quién lo sabe. Ahora viene el quiebre, la fractura, la desnudez y el traje de hombre sobre la cama. Un hombre, porque decides que te disfrazarás de él, comerás como come, dormirás como duerme, gritarás como grita.
La emergencia del neofascismo o el regreso de los muertos vivientes
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Por: Otto Gerardo Salazar
El fascismo, que creíamos sepultado después de la segunda guerra mundial,
ha mostrado sus orejas de lobo y hoy se hace present...
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