La pérdida de aura es un problema que no se debe creer superado. Con estupor cada día descubro más aspirantes a escritores que creen que la escritura es una cuestión meramente mecánica. Con pavor leo textos plagados de horrores ortográficos y de puntuación. No quiero agravar el comentario con otros problemas más graves que esos. Con dolor escucho de textos premiados que han tenido que temperar por un buen tiempo en manos de correctores de estilo y en observaciones de jurados. Es triste que el oficio de escritura quede en manos que, enguantadas, rehúyen el tacto de la piel, y producen textos-zombies, textos que son solo cuerpo siliconado y efectista sin alma alguna.
Bogotá, 2009.
1 comentario:
Qué valiente. Cuanta razón, pero qué valiente.
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