Hay encuentros de encuentros. Algunos provocados, que esperamos todas las tardes a la vuelta de la esquina. Algunos buscados. No digo que sean buenos o malos. Hay de todo.
Dentro de aquellos que no busco, pero que sí encuentro, está el que ocupa una parte del tiempo de mi vida: conocer oficios, gustos y ausencias, de mis estudiantes universitarios, y compartir, en un espacio de cuatro paredes y de tres horas, un poco de existencia.
Bogotá, 2011
Bogotá, 2011
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