Nada más consecuente con su oficio que la ausencia del reloj, por eso la mirada un poco oblicua a aquellos que lo presentan como una cuestión de horarios.
El escritor no define la conjugación de su acción frente a una pantalla o a una hoja en blanco, aunque no hay que desconocer que el resultado, sin duda, tiene forma de libro.
Bogotá, 2011
Donde el fuego nunca se apaga.
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Donde el fuego nunca se apaga. Ya tengo una entrada trascribiendo el
cuento en este blog. Estoy obsesionado con la sentencia terrible de ese
relato y he p...
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