Desde hace tiempo tenía guardado este comentario inspirado por cada una de las veces que visito las tiendas y cafeterías o cualquier lugar que implique una transacción monetaria: la cada vez más común costumbre del "me regala".
Difundido desde no sé qué tiempos, que creo que son los tiempos en que los dirigentes (si es que se les puede dar ese título) que hemos tenido basan sus estrategias populistas en el "vaso de leche y en el pan", o en "la bicicleta" o "los ladrillos y el cemento", la gente adoptó de una manera suave y perdurable el "me regala" para todo aquello que implique un movimiento consumista; es así que cada vez que voy a comprar un vaso de milo caliente y un pedazo de mantecada que ahora, por partida de Amelia, debo consumir más seguido durante el día, debo exponerme al "me regala un café", "me regala unos chicles", "me regala una gasesosa", cada vez más generalizado, de quienes compran a mi lado.
Bogotá, 2011