martes, 20 de marzo de 2012

Una mosca en el vaso de leche


No tomo leche. Su sabor y su olor me estremecen. Durante un viaje, una mujer me dijo que ese rechazo me hacía más independiente, menos sujeta a ataduras. No más desinhibida. Eso nunca lo he sido. A mi hermano le encantaba la leche cuando pequeño, le decía jugo de vaca. Tomaba mucha leche. Un día, mi papá nos llevó a una finca. En la finca había una vaca. La señora sabía que a mi hermano le encantaba la leche. Mi hermano vio cómo ordeñaban a la vaca. Le ofrecieron un vaso de la leche de esa vaca. Nunca más volvió a tomar leche. No le he preguntado a mi hermano si ha vuelto a tomar leche. Vive lejos. Y cuando hablamos, hablamos del clima, de su vida, de las niñas. Nunca de las vacas o de la leche.

Bogotá, 2012

1 comentario:

Anónimo dijo...

Simpática anécdota sobre la leche y el hermano lejano. Me hizo reir un buen rato!