viernes, 31 de enero de 2014

Confesión

Y si debo hacer una pequeña confesión, como aquel que se ha impuesto hacer una buena obra por día, debo ofrecer a la luz de la mañana el reclamo con el que contemplo la facilidad que tienen algunos de despojarse de las palabras. Yo, por mi parte, las cobijo con capas y capas de sangre y de carne en mis entrañas, les permito que se encarnen en lo blando que aún conservo, acallo su afán por labrar su propio camino con la lectura de los diarios, y retuerzo el silencio en mi lengua cada noche, llamo a la razón o a aquello que algunos han tildado de cordura o de mesura o de equilibrio para que se aquieten en mi garganta y se traguen a sí mismas convencidas de que esa es la razón de su existencia. 

Bogotá, 2014

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