martes, 25 de febrero de 2014

Insuf(l)iciencia

Cada vez me acostumbro más y más a caminar por estas calles tapizadas de excrementos, de toda índole, humanos y animales. La idea, perdón, el ideal del progreso humano nos hunde (ojo que los incluyo) cada vez más en una indolencia de la costumbre. Nos sentimos cómodos sorteando obstáculos tal vez porque los pensamos como artificios poéticos de la promesa de salvación o del rótulo de expurgación (o de purgación) que cargamos desde que la palabra se hizo verbo y el verbo carne y desde que esa carne se descompuso si no se preservaba en unas condiciones adecuadas o desde que esa misma carne se convirtió en un amasijo de grasa y de tumores.

Bogotá, 2014

jueves, 20 de febrero de 2014

¿Superación = olvido?

Cómo se puede ser feliz o hablar de alegría después de experimentar la banalidad del mal. (Estoy dejando que se cuele por entre las letras que escribo la voz de Arendt.) Cómo no levantarse a mitad de la noche, cómo no interrumpir un sueño tranquilo, la tibieza de la ropa de cama, sintiendo que soy un ser común y corriente, un ciudadano más, una persona normal, y presintiendo la angustia que este sentimiento causa.

Bogotá, 2014

sábado, 15 de febrero de 2014

Sobre lo estático

Sucede, a veces, con la crítica literaria y sus terrenos aledaños, que siente un regocijo en descubrir lo descubierto, en parafrasear lo dicho, en usar el peso de la tradición más para su comodidad de vejestorio y cajón de las reliquias, que para establecer distancias y buscar sus propia voz. La crítica y los estudios literarios se han vuelto, en la mayoría de los casos, no digo que en todos, una telenovela que podemos dejar de ver, por una semana, por un mes, con la seguridad de que, cuando volvamos a ella, no nos habremos perdido de nada nuevo...

Bogotá, 2014

miércoles, 12 de febrero de 2014

Sobre primeros auxilios

Costra ha crecido sobre lo que Pizarnik, Baudelaire, Rimbaud, han sacado fuera de sí. Pobres, los imagino en el infierno retorciendo sus manitas ante el uso preventivo, profiláctico, catártico, curativo, sanativo, que la marejada esotérica les ha impuesto. Un rótulo, abanderado de misticismo, de inspiración, de llegada, de toda ínfula creativa, ha sido impuesto a sus letras. Los compadezco, aunque están muertos, y bien muertitos. Creo que hasta sus oídos inexistentes llegan las lecturas edulcoradas de sus versos. Los veo, pobres, lanzando bocanadas que les permitan alivianar las naúseas cada vez que algún fervoroso seguidor despatarra alguno de sus libros.

Bogotá, 2014