jueves, 20 de marzo de 2014

Tras la ventana

Trataré de hacer esto como si tratara de un evento absolutamente desvinculado de la realidad vivida. Trataré de aclarar que los personajes y los hechos relatados no pertenecen ni se corresponden a ningún nombre, persona, lugar, ubicación o tiempo en específico. Para ello, he decidido titularlo con una de las imágenes más inverosímiles con las que cuenta mi repertorio creativo, alguien mirando por la ventana; qué más irreal que eso.

"Ya perdida la costumbre de lo que era viajar en una buseta de transporte público [de esas pequeñitas, compactas, de sillas y techo estrechos], nuestra protagonista inicia su viaje de regreso a casa. En contravía, como el salmón, porque, desde que tiene memoria, a esa hora del día les dio por devolver lo que antes iba sólo de ida. Así va ella, y para pasar el impase de su paso por el pasillo de dicho vehículo, se concentra en ver los cuerpos que pasan y que son pasados por su tránsito. Y lo que ve le da tristeza. Ve la grosería de la gente, y no se refiere a su capacidad y habilidad para proferir insultos o expresiones desobligantes que ya, de tanto uso, se han vuelto expresiones de cariño; no, no se refiere a eso, se refiere al aura de la gente que pasa, y que explica el pozo inmundo donde se revuelcan las leyes y del cual comen y son comidos los que tienen el poder, y que también se refiere a las calles llenas de excrementos y de huecos, figura retórica de la inmundicia en la que se están sumiendo."

Bogotá, 2014

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