Siempre he desconfiado de la primera persona del plural. El tan famoso "nosotros" que hay quienes gustan usar como un saco en el que echan todo, lo que existe y lo que no. Bajo el "nosotros" se cobija el que no hace pero sí figura, y bajo el "nosotros" los que hacen terminan difuminados con el resto de la masa. Es por eso que siempre prefiero los nombres, no importa que la lista sea larga -que de seguro nunca lo es- y tomarme el tiempo y el espacio en mostrar gratitud, eso es algo que ya se ha olvidado y que, gracias, al "nosotros" constituye una de las más grandes omisiones de nuestros tiempos modernos.
Seguiré siendo, entonces, una defensora de los nombres propios que dibujan los rostros de la gente y renuncio al emborronamiento del "nosotros", a su interés por cubirnos a todos con la identidad del NN; los demás no sé qué harán, pero así lo pienso y defiendo. No hay mayor gratitud que ésa: la de escuchar en los labios del otro mi nombre, si eso es lo justo y es lo que precisa. Yo no pido nada más. Si eso no es posible, entonces, le pido a los amantes del "nosotros" igual que a los amantes de los insoportables y lamentables correos masivos que me saquen de su lista. No me interesa figurar en ella, me interesa que quien se dirija a mí lo haga a través de mi nombre: Andrea Vergara G.
Bogotá, 2011
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