Son otros quienes se repiten en las vitrinas de una calle fastidiada por zapatos, llantas y basura.
La silueta de dos hombres a la entrada de un café: un silencio pronunciado por varillas y tela impermeable de paraguas.
Donde el fuego nunca se apaga.
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Donde el fuego nunca se apaga. Ya tengo una entrada trascribiendo el
cuento en este blog. Estoy obsesionado con la sentencia terrible de ese
relato y he p...
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