Los concursos literarios, en todas sus modalidades (léase cuento, novela, ensayo, poesía, relato), son variaciones de un mismo movimiento: pre-texto de un sostenido. La secuencia inicia desde el título para una parcela delimitada, adornada para que sea llamativa. Después viene la danza del divertimento, en donde [con la seguridad] de la palabra ya empeñada, se lanzan sonidos al aire para que afuera se enteren de que algo se hace al interior de una escena que ya tiene el reparto asegurado. Después viene el tiempo prudencial (parte del decorado) concluyendo en un Molto vivace que desenmascara lo que ya se conocía desde el inicio de la obra: un nombre que sea un peso, una garantía de seguir en el mismo y eterno sonsonete de toda la vida.
Donde el fuego nunca se apaga.
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Donde el fuego nunca se apaga. Ya tengo una entrada trascribiendo el
cuento en este blog. Estoy obsesionado con la sentencia terrible de ese
relato y he p...
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