lunes, 31 de agosto de 2009

Comuniones



Es probable que pueda escribir que nada representa mayor fuente de frustración para mí que el contacto de un humano con otro humano. Aquel sonido triste que hace un cuerpo contra otro cuerpo cuando se aman, del que habló uno de mis más queridos poetas (de nuevo, gracias a María del Carmen Porrúa).

Es probable que lo pueda escribir a sabiendas de que lo escrito, escrito está porque siempre habrá alguien que lo lea: tú, lector, o yo misma, lectora de mis propias lecturas del mundo.

Bogotá, 2009

viernes, 28 de agosto de 2009

Esférico o elíptico




Leo una entrevista a Andrés Neuman (Buenos Aires, 1977), autor que ocupa mi casillero de forma intermitente pero contundente. Conocí a Neuman en la clase de Sylvia Saítta cuando leímos, como parte del programa del seminario, Bariloche. Desde ese momento bajé mi puente y lo anexé a mi listado de favoritos.

En la entrevista, Neuman menciona las dos líneas que sigue un cuento: la esférica y fantástica de Julio Cortázar, y la elíptica de Chejov, Hemingway y Carver. Esta respuesta me permitió aclarar un tramo más de mi resistencia a las producciones literarias de Julio Cortázar que ya no se refugia tanto en la urgencia efectista satisfecha con premura con los saltos de un nivel a otro (pienso en “Continuidad de los parques”) sino en esa voracidad suya, de Cortázar, por concluir, por cerrar, por no dejar cabos sueltos como si en ello radicara la maestría de un relato.

Al mejor modo de senderos que se bifurcan, siento la alegría del caminante al saber que, hace tiempo, decidí (sin aún saberlo) escoger el camino que Chejov, Hemingway y Carver han trazado.

Bogotá, 2009

Divagaciones y divergencias


Es probable que la clave de todo sea justo el centro de una necesidad: lo que va más allá de la voluntad entendida como un acto voluntario. Y que esa necesidad se convierta en tirana y que su tiranía radique en el dictado de letras que se suceden las unas a las otras como exhibicionistas que temen ser censuradas por su sombra.

Bogotá, 2009

jueves, 27 de agosto de 2009

Sobre lo probablemente inútil de buscar culpables



Ayer reclamé unos libros separados, días atrás, en una de esas sanas ventas de bodega que hacen, de cuando en vez, las grandes editoriales. El inventario se traduce en casi todas novelas de autores colombianos, argentinos e indios, pero hay entre ellos, un libro que se titula Arte, literatura y cultura popular, de Jaime Rest, compañero de andanzas de Borges en la cátedra de literatura inglesa y norteamericana, en la Universidad de Buenos Aires, entre 1956 y 1963. Este librito, dividido en dos partes: “Situación del arte en la era tecnológica” y “Literatura y cultura de masas”, ocupó mi tiempo obligatorio de reclusión en el Transmilenio, en el viaje de vuelta a casa. No digo que lo leí todo, solo recorrí la primera parte, que alcanzó a hacer mella en el pedaleo de mi rueda sobre lo que acontece en la escena literaria actual. Más adelante, aquí o en www.soloentreletras.blogspot.com, expondré la cartas. Por lo pronto, un bocadillo de la tonalidad visionaria de este texto, escrito en 1961:

[…] tiene una importancia básica examinar las nuevas condiciones que enfrenta el creador como consecuencia de las radicales alteraciones que ha debido soportar su profesión […] el artista actual […] destina su labor al público, término generalmente empleado para designar una masa humana vasta e imprecisa, con la cual se supone en contacto a través de las casa editoras […]. (Rest, 34)

Recomendado: Rest, Jaime. Arte, literatura y cultura popular. Bogotá: Norma, 2006, 145 p.

Bogotá, 2009

miércoles, 26 de agosto de 2009

Gatuneadas 2


Six cats are having a dream
little dream in a little way.

martes, 25 de agosto de 2009

K. (A). H 2



Otra de las pinturas que colecciono de forma virtual. K. (A). H. Poeta, artista, hombre por naturaleza, bondadoso por convicción. Coleccionista de Borges y de libaciones.

Bogotá, 2009

Reconciliaciones



Ciudad y viaje: dos lugares que se visitan con frecuencia generosa en la literatura. La experiencia urbana y la metáfora de la transformación del sujeto son dos regalos que ha dejado el tema en escritores y lectores. Abro mis manos para recibir El viajero en el umbral, novela ganadora del Premio Nacional de Novela Ciudad de Bogotá, 2006. El autor es Gabriel Jaime Alzate Ochoa, un antioqueño nacido a comienzos de la década del cincuenta que dedica sus días, además de la escritura, a la docencia y la investigación sobre “Estéticas urbanas y socialidades”.

El viajero en el umbral es una novela que me reconcilia con la novela, con el autor y, lo mejor de todo, con los premios literarios. Tras tantos escándalos y noticias, de corrillo o no, que se tejen alrededor de los premios, me encuentro feliz con el acierto del jurado: Luz Mary Giraldo, Luis Fernando Charry y Juan Diego Mejía. Una novela que demuestra que la literatura no se hace con el tema sino con su abordaje; una novela que es consiente de que la literatura es, primero que todo, escritura y lectura. Una novela que deja, mientras se lee, esa inquietud que solo produce la buena literatura: asombro, iluminación y que paga, como tributo, la deuda que lectores contraemos con nuestros lecturas.

A continuación transcribo fragmentos en un ejercicio más de escritura que de recopilación de citas:

Felisa pide que prestemos atención a la gente que se desplaza por las aceras, arrimada a las paredes. Los llaman suplicantes. Acechan en cada esquina, en los semáforos, en las escalas de los puentes peatonales. Se multiplican si tregua. Vienen de todas partes y van a todas partes. El mundo ha comenzado a llenarse de ellos. Los hay de todas clases, razas y lenguas. Cada uno tiene su hambre, sus desgracias con nombre, apellido, ciudad y vecindario. (Alzate Ochoa, 102)

Si me pregunto ahora, justo cuando parece no haber salida alguna, cuáles fueron las razones para haber emprendido este viaje, no las tengo muy claras. Puedo decir que se trata de la fuerza de un sentimiento que desconozco. Quizá sea una parte oculta de mí que trata de manifestarse: el traidor, el héroe, el aventurero, el tahúr, el perfecto asesino, el ladrón elegante, el monje. Uno da un paso, pronuncia una palabra y en instantes se encuentra al otro lado del mundo. (Alzate Ochoa, 105)

Muy recomendado: Alzate Ochoa, Gabriel Jaime. El viajero en el umbral. Bogotá: Alcaldía Mayor de Bogotá; Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte, 2007, 183 p. [Premio nacional de Novela Ciudad de Bogotá, 2006].

sábado, 22 de agosto de 2009

Pinturas





Pinto. Vuelvo. Visita que no anuncia nada ni nadie. Es la necesidad que la llama, de vez en cuando y de cuando en vez, cuando ataca.

Bogotá, 2009

A propósito de una lectura mexicana compartida

No es solo la posibilidad de lo innecesario, es el descarte de los días.

No quiero agregar un “como”, ese intento casi siempre se traduce en algo fallido.

Oí a un poeta que hablaba del tiempo que es el tiempo, que hablaba del humo, del río y del barranco.

Oí a ese poeta hablando de Machado y de oír con los ojos y ver con los oídos.



Recomendado: Antonio Deltoro

Bogotá, 2009

jueves, 20 de agosto de 2009

Automático 2 [Auto(retrato)]



I

Si todo se basa en una pregunta debo decir que no hay respuesta.

Si existe la respuesta, entonces nunca dudé.

Escapo de las preguntas como de aquellos para quien la sutileza es una palabra inexistente.

II

No quiero contundencia, quiero redundancia.

III

Detesto el bullicio, deseo la música.

Sin temor a exagerar, amo la buena vida y la buena comida como amo a los animales, a los buenos poetas y los buenos textos.

IV

Si existe la felicidad, no me interesa saberlo. No creo en ella.

Si existe el amor, no me interesa saberlo. Creo menos en él que en ella.

La felicidad y el amor no son otra cosa que el Deseo, demiurgo y sátiro, que se disfraza de ellos.

El Deseo, lo que no se alcanza. Lo que se alcanza, mejor nunca haberlo deseado.

Bogotá, 2009

Automático

No puedo evitar sentarme a escribir algo acerca de la experiencia vivida. Hoy leí una frase de Vallejo, el Fernando, “La literatura es el borrador de la vida”. Creo que, para seguir con aquello del olvido, estamos borrando de nuestra vida que la literatura, antes que literatura, es escritura y lectura, y que esto se resume en vida. Hace una semana extraje de la visita de dos escritores tan disímiles como solo lo pueden ser Álvaro Uribe y Xavier Velasco, la idea imperativa de que vida y literatura son la misma cosa. Ya sé que no es necesario sentarse durante dos horas a escuchar a otros para saberlo. Es solo una cuestión de redundancia, de necedad, si se quiere. Siempre he sido proclive a ella, a la necedad.

Bogotá, 2009

No es [solo] onanismo o vanidad

Es la redundancia al cuadrado. Exceso de los excesos. Rotundidad que algunos esconden bajo camisas y faldas. Vivan aquellos que viven el reboso de sus carnes bajo la piel…

www.soloentreletras.blogspot.com

Bogotá, 2009

Olvido es lo que somos

La referencia es clara. En la superficie nada se esconde. Leo una novela, un premio de novela, de lo que siempre se repite. La eterna canción de carne y ciudad. Carne que nada tiene de carne. Carne que es cartón reciclado en un restaurante de mala muerte. Leo una novela, que habla de las fiestas eternas: desenfrenos que tienen que gritar su locura a los cuatro vientos porque creen que ya todo se ha dicho y que la seducción es asunto concluido.

Bogotá, 2009

jueves, 13 de agosto de 2009

miércoles, 12 de agosto de 2009

Discusiones



Se cree que la lectura pública es el gran salto que debe dar todo aquel que escribe. Sometemos el texto a la exhibición en un afán que se entiende más nuestro. No le preguntamos: Señor texto, ¿desea usted hacer una presentación de sí mismo ante este auditorio? Simples y vanidosos, lo lanzamos a la piscina como muchachitos enfermos dándole un empujón certero por la espalda después de haberlo acercado a la orilla con la promesa de un insecto o de una hoja que reposa sobre la superficie. Luego, una y otra vez, debemos buscar los flotadores…

Bogotá, 2009

martes, 4 de agosto de 2009

Invitación


Esta mañana di gracias a los poetas que me hablaron de la vida como de un río. Yo le sumo lo de un río por el que pasa mucha gente que, apenas se enreda a lianas o queda prendada de una piedra o de un tronco, reclama el título de amistad o de confianza, pero que, luego, cuando se desata la tardanza, retoma el rumbo de su propio cauce. Y se les agradece, no hay nada peor que un oxidado y magullado lastre.

Bogotá, 2009