Dentro de las pocas cualidades que poseo, dijo el hombre mientras sostenía la copa entre sus manos, está el desvanecimiento.
La mujer no dejó de llevar trozos de comida hasta su boca y, después de un sorbo, soltó lo siguiente:
-La única que tengo yo es la del olvido.
Bogotá, 2011
Donde el fuego nunca se apaga.
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Donde el fuego nunca se apaga. Ya tengo una entrada trascribiendo el
cuento en este blog. Estoy obsesionado con la sentencia terrible de ese
relato y he p...
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