Acabo de ver Tiempos modernos, de Carlitos Chaplin (según la recomendación de David Solodkow) y quisiera concentrar la atención en la escena del Chaplin que canta a un público una canción de la que nunca recuerda la letra: le han escrito, en el puño de la camisa, el inicio pero, a la primera presentación, los puños salen volando y él pierde el horizonte. Este accidente lo lleva al borde: el sonido que birla a la palabra. De la boca de la mujer sale la indicación: no importa lo que se diga en tanto algo se diga. Y esto es suficiente. La importancia del asunto no radica en la indicación o en las señas femeninas; sino en que se logra mostrar que, aunque nada se entiende, todo queda claro.
Bogotá, 2010.
Bogotá, 2010.
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