viernes, 18 de marzo de 2011

La bella durmiente

La lluvia ácida se hace a pocos con la callada calma de la tarde.
Ayer aturdieron las almas de las abejas alardeando sobre lo necesario de tomar medidas de manos y maletas.
Las gotas galopaban sobre las latas de los techos
provocando unos ruidos resecos.
Manos y, luego cuerpos, salieron de las sombras
confundiéndose con el verde follaje de sus sueños.


Bogotá, 2011

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