Calles que suben y bajan dejando que los ojos sientan el vértigo.
Sin minotauro, pero con seres de dos orejas y una sola boca que hablan con un acento almibarado, se recorren los pasadizos de los que quedan imágenes tan solo guardadas en la memoria. Vacas y mujeres y hombres contorsionistas dividen las calles que van de las que vienen mientras se reduce el paso con un vaso de Ginebra o una taza de alguna bebida caliente.
Manizales, 2011
La emergencia del neofascismo o el regreso de los muertos vivientes
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Por: Otto Gerardo Salazar
El fascismo, que creíamos sepultado después de la segunda guerra mundial,
ha mostrado sus orejas de lobo y hoy se hace present...
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