Parece ser que asisto a la prolongación del siguiente fenómeno: la excesiva referencia a nombres descoloridos y ajetreados, para creer que es así como se ejerce la disciplina afín a la literatura. Lo increíble del asunto es que aún hay quién se regodea de ello, y lo defiende a capa y espada. Más preocupante aún es que existan espíritus jóvenes que buscan reproducir dicho comportamiento.
Bogotá, 2011
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