Frente a la pantalla. El sonido de las teclas sobre mis dedos y la música de fondo. En lo hondo. Liviandad del vino y del humo de un cigarrillo abandonado en el cenicero mientras escribo. Tengo historias. Si me lo preguntas, tengo historias. El problema es de la escritura. La escritura, algunas veces, traiciona a mi deseo. Y entonces tengo que matarla. Aun a sabiendas de que mato una parte de mí. Mi mejor parte, si quieres saberlo. La única, si debes saberlo, aunque no lo preguntes.
Bogotá, 2010
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