Toda escritura, todo acto creativo, no es cosa diferente a una reconstrucción a partir de extrañezas. Hay una película, danesa, del 2003, titulada así, sin más, Reconstrucción, en la que el narrador-personaje usa su voz como instrumento para desplegar los vericuetos de la narración de una historia fallida de amor y, en el fondo, reconstruir lo que nunca ni siquiera fue. Esa es, creo yo, la misión suprema del escritor.
Bogotá, 2010
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