Toda lectura es un acto creador. Desde el momento mismo de la decisión que implica movilizar manos, pies y gusto para escoger uno solo de los libros que nos ocupará por un rato, estamos proponiendo una performancia. También toda lectura es un acto íntimo que se ejerce sustrayendo espacio al tiempo: en un café, en un trayecto, en la banca de un parque. La lectura es la mejor ejemplificación del mecanismo en que funcionaría cualquier acto amoroso: el ser yo mismo al lado de un otro, mas no por el otro sino por mí mismo. Recién anoche, en la cama, mientras Castor se reía pasando las líneas del libro de Gamboa, y yo encontraba alguna adherencia en una novela de Palahniuk, compartíamos, en nuestra soledad acompañada, la experiencia íntima de la creación.
Bogotá, L. M. 2010
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