Por las grietas de mi cerebro
caminan animalejos de diferentes tamaños y colores.
Aprovechan los huecos que dejan las ideas
cansadas de pedir
que tapen las goteras
que arreglen los grifos
y se van a vivir
a uno de esos
espacios
blancos
modernos
estilo loft.
Los animalejos
escuchan cuando salen
porque reniegan
y hablan de lo mejor que estarán.
Salen lanzando carcajadas
que se incrustan
en las ruinas
de
mi
cerebro.
Apenas cruzan el umbral
los animalejos
copulan
y
dejan sus huevos en
la tibieza del desalojo.
Yo escucho los chillidos de los críos
y siento sus dientecitos
royendo un poco de la masa.
Yo sé todo.
Las que no lo saben son ellas
las ideas
no saben que de mi masa
arrancada
masticada
digerida
procesada
transformada
salen ellas.
Bogotá, 2010
Donde el fuego nunca se apaga.
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Donde el fuego nunca se apaga. Ya tengo una entrada trascribiendo el
cuento en este blog. Estoy obsesionado con la sentencia terrible de ese
relato y he p...
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