En un mercadito que reproduce los mercados de la Edad Media, le he comprado a un hombre magro y de mirada bondadosa, un cuadernito que viene de Italia. A la luz del dia, el cuero da un bello color uva que se prolonga en la tira que retiene las hojas. Hasta el momento, he abierto este cuaderno unas cinco veces, sin decidirme a usar la tinta morada o la azul para terminar con el silencio de su carne color blanco mantequilla. Salgo a fumar un cigarrillo, y contemplo el cielo repleto de lucecitas mientras imagino el pasto que esconde la nieve, y el comienzo de las historias.
K_____, 2010
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