sábado, 6 de diciembre de 2014

Sobre las sutilezas de las denominaciones

Avezada en las lides del lenguaje, más lenta en el procesamiento de las palabras que salen de las bocas (aunque no tanto de la mía), he incursionado en la opacidad de las denominaciones y en los modos en que los demás moldean las realidades (múltiples que las hay) de los demás (siempre de las propias). Me hablan de la poca resistencia a la chanza, al barbitúrico y a la materia tan auténtica de la broma floja, rayana en la chabacanería y, deuda amiga de la poca elegancia, la brutalidad en pasta, que, según las imposiciones de la libertad, debo aceptar como pasable, como potable y como digerible. Pura y física impotabilidad (por no andarme con groserías, que no me gustan). En cambio, me incrusto el lente máximo en la pupila y con el dolor del procedimiento aún en la esfera ocular, empiezo a limpiar la grieta, a rellenar la simulación, a inflar la realidad.

Bogotá, 2014

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