Los dioses lo dijeron, alguna vez, sentados en sus tronos de mármol,
las manos sobre las rodillas, la mirada al frente,
"No se puede escapar al destino"
y yo les dije, mirando el dedo gordo de sus pies,
grandes pies apoyados sobre la piedra,
"El destino no existe, tan solo es una manera de engatusar a la voluntad".
Bogotá, 2010
lunes, 9 de agosto de 2010
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